REFLEXIÓN DEL EVANGELIO – PASCUA DE RESURRECCIÓN – CICLO A

DIOS TIENE LA ÚLTIMA PALABRA
La resurrección de Jesús no es solo una celebración litúrgica. Es, antes que nada, la
manifestación del amor poderoso de Dios, que nos salva de la muerte y del pecado.
¿Es posible experimentar hoy su fuerza vivificadora?
Lo primero es tomar conciencia de que la vida está habitada por un Misterio
acogedor que Jesús llama «Padre». En el mundo hay tal «exceso» de sufrimiento
que la vida nos puede parecer algo caótico y absurdo. No es así. Aunque a veces no
sea fácil experimentarlo, nuestra existencia está sostenida y dirigida por Dios hacia
una plenitud final.
Esto lo hemos de empezar a vivir desde nuestro propio ser: yo soy amado por Dios;
a mí me espera una plenitud sin fin. Hay tantas frustraciones en nuestra vida, nos
queremos a veces tan poco, nos despreciamos tanto, que ahogamos en nosotros la
alegría de vivir. Dios resucitador puede despertar de nuevo nuestra confianza y
nuestro gozo.
No es la muerte la que tiene la última palabra, sino Dios. Hay tanta muerte injusta,
tanta enfermedad dolorosa, tanta vida sin sentido, que podríamos hundirnos en la
desesperanza. La resurrección de Jesús nos recuerda que Dios existe y salva. Él nos
hará conocer la vida plena que aquí no hemos conocido.
Celebrar la resurrección de Jesús es abrirnos a la energía vivificadora de Dios. El
verdadero enemigo de la vida no es el sufrimiento, sino la tristeza. Nos falta pasión
por la vida y compasión por los que sufren. Y nos sobra apatía y hedonismo barato
que nos hacen vivir sin disfrutar lo mejor de la existencia: el amor. La resurrección
puede ser fuente y estímulo de vida nueva.
José Antonio Pagola
Publicado en www.gruposdejesus.com
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