REFLEXIÓN DEL EVANGELIO – VIERNES SANTO DE LA PASIÓN Y MUERTE DEL SEÑOR – CICLO A

LA CRUZ
“Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los dos
malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda” (Lc 23, 33)
Hoy miramos a Jesús en la cruz.
La cruz: dos maderos cruzados que se alzan mostrando al hombre que asumió las
consecuencias de su modo de vivir. El justo, el pacífico y amoroso y por eso mismo,
el molesto e incómodo para algunos poderes, porque puso en entredicho sus
acciones y sus criterios.
Jesús, sintió la aspereza de la cruz. La madera era un material familiar para él. Un
material conocido y manejado desde su infancia junto a José, y seguramente, lleno
de recuerdos. Había aprendido a usar sus manos, acariciando la madera para
conocer sus posibilidades, dándole forma, trabajándola y respetándola, y esos dos
maderos, eran ahora su lugar para morir.
Pero quiero ver más allá de todo ello. No es un día para el dolor, la rabia o la
impotencia. Quedarse ahí, sería despreciarlo. La cruz es parte del camino, si es el
correcto. Porque la bondad, la paz y la justicia, aún en su existir pequeño y
discreto, hablan a gritos a la cara de los injustos. La cruz, es un acto de Amor, por
coherencia de vida, por fe sincera en un Reino para todos, por vivir pensando ante
todo en los otros, por denunciar el desamparo de tantos.
Miramos hoy al Hermano Herido en la cruz, haciendo visibles a todos los heridos y
crucificados del mundo, acompañados y sostenidos por el Amor de quien es FUENTE DE TODO AMOR.
Hoy es un día para agradecer ese Amor, y pido el valor y la fe para abrazarlo y
vivirlo.
Salomé Arricibita
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