REFLEXIÓN DEL EVANGELIO FIESTA DE SANTA MARÍA MADRE DE DIOS – CICLO C

Lucas 2, 16-21
Santa María, Madre de Dios
Celebramos en esta fiesta la asombrosa cercanía de lo humano y lo divino, tal como se dio en esta mujer sencilla; no tanto en su vientre, sino en todo su espíritu. No es la carne y la sangre lo que importa, sino la mente y el corazón.
Dios se entrañó en María, pero María quedó totalmente entrañada o impregnada o preñada de Dios. A la vez que la madre alimentaba al hijo que llevaba en las entrañas, estaba siendo ella alimentada por el Espíritu del propio Hijo. María preparaba al hijo un vestido de carne, pero el hijo le bordaba a ella un vestido de divinidad.
Lo importante, pues, del misterio de la maternidad divina, mirándolo desde el lado de la madre, es que se produce una simbiosis entre Dios y ella; simbiosis progresiva que no dura sólo nueve meses sino toda su vida. María no fue madre de Dios por los meses de gestación y lactancia, sino que se fue haciendo madre de Dios según se iba ella alimentando de la palabra y del Espíritu de su hijo.
-Esperanza nuestra
Como todos los misterios de María, también éste es motivo de esperanza para nosotros. Ella es anuncio de otras posibles maternidades divinas. La maternidad divina de María no es gracia exclusiva sino gracia eclesial. También nosotros podemos llegar a esa misteriosa cercanía, a esa maravillosa simbiosis con Dios. También nosotros podemos llegar a ser «Madre de Dios». Lo dijo el mismo Jesús: «Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios y la hacen» (/Lc/08/21).
Podemos ser «Madre de Dios», si escuchamos y acogemos su palabra, si la entrañamos en nosotros y la consustanciamos, si la hacemos crecer y la vivimos, si ofrecemos los frutos que vaya produciendo. Es toda una gestación y alumbramiento de la palabra. Podemos llegar a ser «Madre de Dios», si acogemos su Espíritu y nos dejamos impregnar por él, si llegamos a sintonizar con sus deseos y mociones, si nos comunicamos íntimamente con él.
Podemos llegar a ser «Madre de Dios», si ponemos nuestra voluntad y todo nuestro ser a su disposición y servicio.
Santa María, Theotokos, enséñanos a «concebir» a Dios.
CARITAS
LA MANO AMIGA DE DIOS
ADVIENTO Y NAVIDAD 1989/89-2.Págs. 142 s.
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