REFLEXIÓN DEL EVANGELIO – 1er DOM CUARESMA – CICLO A

DESIERTO / TENTACION:
Mateo 4, 1-11
El desierto es un lugar áspero y difícil. Y «el Espíritu empujó a Jesús al desierto»,
donde permaneció cuarenta días solo. Desarraigo total. Serán cuarenta días de lucha,
tentaciones, ayuno y oración. Allí Jesús se sintió agitado, zarandeado por turbaciones
y deseos, angustiado por la duda, rodeado de debilidad. Era el momento de clarificar
su misión como Mesías y escoger su camino. ¿Cómo debía manifestarse el Mesías? Si
era el Hijo de Dios, ¿no debería darse a conocer enseguida? ¿No estaría bien un signo
espléndido, una manifestación gloriosa, algo así como tirarse de lo más alto del
templo en un día de fiesta? Así lo verían que bajaba del cielo, como un verdadero Dios.
Si era Salvador de los hombres, ¿no debería empezar a utilizar sus poderes
taumatúrgicos? Podría empezar, para saciar el hambre de los pobres, por convertir
las piedras en pan. Y ahora mismo, puesto que tenía hambre, podía hacer un ensayo.
Si quería instaurar el Reino de Dios, ¿no convendría utilizar los medios necesarios
para establecerlo? Podría contar con legiones de ángeles armados o con los recursos
económicos que deseara. Su poder y su fuerza serían irresistibles.
-Un Dios a su servicio. Pero Jesús está a la escucha de la palabra de Dios y de ella se
alimenta. Y la palabra de Dios le señala otro camino. No se puede tentar a Dios, como
lo hicieran los padres en el desierto. No se puede utilizar a Dios como un mago
cualquiera. No se puede forzar a Dios para que haga nuestra voluntad. Así lo hizo
muchas veces el pueblo de Dios, que acudía a El pidiendo triunfos, gloria y alimentos.
Querían un Dios que les saciara, les protegiera y les diera victorias; un Dios a su
servicio. Así hace, hacemos, el nuevo pueblo de Dios, cuya religión es muchas veces
mercantilista y utilitarista. ¿No hacemos oraciones y ofrendas para conseguir
beneficio de Dios o de sus santos?
-Optó por el amor. Pero Dios no está ahí para que lo utilicemos, sino para que nos
pongamos en sus manos; no para que nos sirva, sino para que le sirvamos, o mejor,
para que nos sirvamos; no para que El haga nuestra voluntad, sino nosotros la suya.
El Mesías será el siervo, no el dueño; salvará desde el amor y la entrega, no desde el
poder y la gloria. El Hijo ha de decir al hombre que Dios lo ama, no que lo puede. El
Hijo del hombre ha de curar al hombre de los viejos demonios que lo esclavizan. El
nuevo hombre ha de curar al hombre de los viejos demonios que lo esclavizan. El
nuevo hombre no debe parecerse al viejo Adán, ansioso de placeres y lleno de
ambiciones. Jesús optó por el amor, y no se volvería atrás. Bien merecía que los
ángeles le sirvieran y que las fieras convivieran con él pacíficamente.
-Asignatura pendiente ¡Qué difícilmente nos vemos libres de las tentaciones del poder,
del tener, del placer y de la gloria! Aún no sabemos distinguir la voz de Dios y las
voces del tentador. A veces tenemos claros los fines, pero erramos en los medios. ¿No
necesitaríamos ir también nosotros al desierto? El tiempo y el lugar es lo de menos,
pero necesitamos con urgencia encontrarnos con nosotros mismos, liberarnos de
prejuicios y de apegos, enfrentarnos limpiamente con Dios y su palabra. Las
tentaciones de Cáritas También Cáritas tiene sus tentaciones: el paternalismo, el
utilizar a los pobres, el confiar prevalentemente en la economía o en las propias
capacidades o en la organización. ¡Atentos! Si Cáritas no es servidora total, si no vive
enteramente la gratuidad, si no prefiere una chispita de amor a miles o millones de
monedas de oro y plata, mejor que cambie de nombre.
CARITAS
UNA CARGA LIGERA
CUARESMA Y PASCUA 1987.Pág. 31 s.
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