REFLEXIÓN DEL EVANGELIO – 6to DOMINGO DE PASCUA – CICLO A

NO OS DEJARÉ DESAMPARADOS
En este domingo que precede a la Ascensión se recoge parte del discurso de
despedida de Jesús a sus discípulos. ¡Cómo le costaba la despedida! Siendo
Dios, ¡qué humano era Jesús!
No hay que extrañarse de que también a nosotros nos cuesten las despedidas;
sobre todo, cuando se trata de despedidas tan radicales como las que nos
impone la muerte. Nuestra vida está tejida a base de relaciones. Cuando éstas
se cortan, se produce inevitablemente una herida, que puede llegar a
traumatizar. Para mitigar el dolor de la separación, Jesús dice a sus discípulos
palabras de cariño y les hace varias promesas:
— «Me veréis» Aunque es verdad que dentro de poco seré arrebatado de
vuestra vista, pero enseguida me volveréis a ver. Por un momento no me
veréis, pero después me volveréis a ver. Es el misterio de la ausencia y de la
presencia. Dios a veces se esconde, después se hace presente. Todo tiene su
razón de ser. La ausencia estimula la búsqueda y el deseo. La presencia
confirma la fe y enciende el amor. La ausencia dura tres días, aunque a veces
qué largos se hacen. La presencia será para siempre.
— «Y viviréis» Ver a Jesús es vida. No un ver superficial y desde lejos, sino un
ver en profundidad y en comunión. Un ver que es conocer, comprender,
empatizar, participar. Un ver que es asumir y compenetrarse con Jesús. Si
«veo» a Jesús, entonces «ya no soy yo, es Cristo que vive en mí». Ver a Jesús es
empezar a mirar como Jesús, a sentir como Jesús, a amar como Jesús. Por eso
decía San Ireneo, que si la gloria de Dios es que el hombre viva, la vida del
hombre es la visión de Dios.
–«Otro Defensor» Esto sí que no lo esperaban los discípulos. Como regalo
supremo se les promete el gran Don del Espíritu. No es algo, sino Alguien, que
llenará el vacío de la ausencia. Es el mismo Espíritu de Dios, que será un
Consolador, un Defensor, un Maestro y, sobre todo, un Huésped y Amigo.
Quien lo recibe no necesita otros apoyos, ni otras recomendaciones, ni otras
enseñanzas. Es un Espíritu Santo; por eso, no lo puede recibir cualquiera, sólo
el que cree en él y se prepara para recibirlo.
— «Guardaréis mis mandamientos» El Señor sólo pide a los discípulos que
guarden sus palabras, que acepten y guarden sus mandamientos. Que no se
limiten a escuchar ni sean olvidadizos o inconstantes. Su palabra es una
semilla que, si se la acoge, puede dar mucho, muchísimo fruto. Y todo lo que
Jesús ha dicho se puede resumir en pocas palabras, quizá en una: amad,
amaos, como yo; sed testigos del amor, de la misericordia, de la generosidad;
sabed que Dios es Padre -Abba-, es Amor; dejaos amar y extended este amor.
Como yo, que os he amado hasta el fin.
CARITAS
RIOS DEL CORAZON
CUARESMA Y PASCUA 1993.Págs. 257 ss.
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