REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DEL DOMINGO DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR

Este texto de San Marcos, nos ubica nuevamente en unas circunstancias especiales en las que Jesucristo nos enseña que, a pesar de nuestros abandonos hacia Él en nuestras vidas en muchísimas ocasiones, Él siempre está ahí para nosotros. Él nos llama a predicar el Evangelio de una manera diferente, con caridad, que nos obliga a trasmitir a los demás la verdad que hemos encontrado en su resurrección, que nos ha cambiado, que nos da la fuerza para ver su palabra de una manera diferente, dando testimonio del Evangelio, a través del Espíritu de las Bienaventuranzas y llevar el Reino de Dios a todos los hombres

 Tenemos la misma fe, la misma caridad, la misma doctrina, el mismo Dios, pero nos falta el amor apasionado a Jesucristo que nos lleva a considerar todo de manera distinta, y de manera única. Hoy es un día de conversión.

 Tenemos que convertirnos como los apóstoles, en resucitados. Por eso hay que pedir esa fe y amor que nos convierta también a nosotros en apóstoles de luz y fuego en medio de la oscuridad del mundo, tenemos que vivir desde la confianza más absoluta de que Dios sigue trabajando con amor infinito en cada uno de nosotros, aunque nosotros mismos nos consideremos muchas veces ovejas perdidas y descarriadas, porque, Él, sigue actuando en cada uno de nosotros de una manera especial, porque nadie vive abandonado por Dios, aunque no haya oído nunca hablar del Evangelio de Jesús.

Hemos de preguntarnos, qué llamada nos está haciendo Dios para transformar nuestra vida, nuestra forma de ser, nuestra forma de actuar con el hermano. Tenemos que descubrir en cada uno de nosotros, cómo nos ha cambiado la Resurrección del Señor, tenemos que descubrirlo, como lo hicieron los mismos apóstoles  que lo habían abandonado en la pasión de su entrega por la humanidad. Así que, la misma misión que les encomendó a ellos, de predicar el Evangelio a todos los hombres y mujeres y fortalecer la fe transmitiendo las salvación mediante el bautismo,  nos lo pide a nosotros en nuestra vida diaria mirando al prójimo como a uno mismo. No al prójimo que nos gusta, o que elegimos, sino a todo aquel que encontramos en nuestro día a día. Se nos dice en este evangelio, que si creemos en Jesús, veremos grandes signos. Y si creemos, nos abandonaremos en sus manos, para que así, lo que hagamos sea siempre en su nombre.

Grupo Vida de Acción Católica.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *