REFLEXIÓN DEL EVANGELIO 4to DOMINGO DE ADVIENTO – CICLO A

ENMANUEL: DIOS “EN” NOSOTR@S
Mt 1, 18-24
Avanza el Adviento y en este IV domingo, la liturgia nos regala un relato interesante para comprender el sentido del cristianismo y su arraigo en un Dios profundamente encarnado en nuestra humanidad.
En este texto hay 4 protagonistas que tienen una función esencial no sólo en el relato sino en su significado: María, José, Dios y tú, lector(a) que entras en contacto con este texto.
Por un lado, María, mujer que vive en un contexto de reduccionismo de la feminidad a una función de maternidad fecunda para que el pueblo de Israel siga creciendo, siempre sometida a la voluntad del marido y de su familia. Mujeres hebreas fácilmente repudiadas por razones ilógicas, mujeres sin palabra, sin espacio, sin independencia, sin valor social o religioso. Desde esta clave, sólo el sentido común nos lleva a percibir a María como desafiante de esta tradición y con una misión clarísima de liberar a la mujer de esta carga discriminatoria que las dejaba fuera del sistema social y religioso. María lidera, de alguna manera, una visión de la mujer que no necesita la tutela de un varón para tener dignidad, valor y sentido de la vida; no necesita de una autoridad religiosa o política, para vivir su misión y para colaborar con el proyecto de Dios desde su identidad sin mediaciones y sin mediadores. ¿Realmente esto ya no ocurre en nuestro mundo o en nuestra Iglesia de hoy?
El segundo protagonista es José, un buen hombre de la Casa de David, “hombre justo” como es definido en el texto y que se ve sometido a un desafío muy importante en su vida. El problema en este momento no es de María sino de José. Tiene que tomar una decisión de mucho calado porque la que va a ser su esposa espera un hijo. José debe discernir diferentes opciones, ninguna de ellas fácil, según el contexto socio-religioso judío: podría denunciarla para anular el desposorio, celebrar el matrimonio y llevarla a su casa, repudiarla en público o en privado, o irse de Nazaret dejando que las cosas se olvidasen y a María también. Pero su elección también es desafiante. No es una decisión tomada desde la ley, desde la posición y rol del varón en aquella sociedad regida por una religión patriarcal, sino desde la luz de Dios en su conciencia que le hace ver la mejor decisión en esta compleja situación. José asume la paternidad legal de Jesús para vivir en el tiempo histórico y colabora con María para hacer posible el tiempo de Dios en nuestra humanidad.
El tercer protagonista es Dios representado en el ángel a través del sueño de José. Un Dios que se revela en lo más profundo del ser humano para hacerle consciente de que no es un Dios lejano, fuera de la historia sino un Dios que forma parte de la misma entraña humana; Enmanuel, es más que un Dios con nosotros, es un Dios en nosotros. Se cumple así el final del evangelio de Mateo que confirma el inicio de su relato: «Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el final de los tiempos» (Mt 28,20).
Y ahora tú, lector(a), cuarto protagonista de esta historia, ¿no te sitúa de inmediato frente a tu dignidad y tu responsabilidad como creyente? ¿Realmente la historia de la humanidad es una realidad separada de este Dios de Jesús? ¿Puedes mirar de una manera nueva a esta humanidad que necesita un arraigo en la fuerza y la luz del Enmanuel?
Como hoy también celebramos la fiesta de la esperanza de María, hagamos nuestra la ESPERANZA de que la PAZ sea la fuerza que cambie el rumbo y la energía de nuestro mundo de hoy.
¡Feliz domingo!
Rosario Ramos
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