REFLEXIÓN DEL EVANGELIO – 2do DOMINGO DE PASCUA – CICLO A

LO CONTRARIO DE PAZ
“Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una
casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos” (Jn 20, 19-31)
Apasionantes las lecturas de la primera semana de Pascua. Leerlas te adentra en el
tiempo que vivieron los que luego les tocaría contarlo y dejar su testimonio escrito;
aunque en esos momentos, su estado de ánimo sólo les permitiera estar
atemorizados, mirando las puertas cerradas a un mundo hostil y excesivamente
peligroso tras la pérdida de quien consideraban su guía y protector de cara al
futuro.
El inicio de la Pascua es un camino lleno de luces y sombras, subidas y bajadas,
interrogantes y sorpresas y de profundos temores que echaron por tierra todo lo
vivido antes la muerte de su Maestro.
Cayendo la noche escuchan con toda claridad. “¡Paz a vosotros”!… así, directo, de
forma sencilla, coloquial.
Pero conociendo quiénes eran (y somos), ve que sería de ayuda aportar una
prueba visible: “les enseñó las manos y el costado”. Los conocía bien, a nosotros
también.
Viendo como reaccionaban, alegría en sus caras y posturas erguidas, se escuchó
por segunda vez: “¡Paz a vosotros!
Me hice una pregunta directa: ¿Qué es lo contrario de Paz? Me ha servido a lo largo
de la primera semana de Pascua para rumiar qué es lo que les ofrecías y que nos
ofreces, más allá de un saludo.
Y mi respuesta es que lo contrario de Paz es miedo. El evangelio de Juan, antes de
acabar el segundo renglón, lo deja claro. Pero he tenido que pasar la vista muchas
veces para concretar.
El Miedo inyectado en el corazón humano mata la Paz. Todo lo demás son los hijos
del Miedo que van minando el estado interior del ser humano, de la familia,
comunidades, sociedad, estados y cualquier otro grupo humano por pequeño que
sea.
El caso de Tomás que no estaba con los demás (quizás por miedo no se atrevió ni a
salir a la calle) es ejemplo claro de lo que el miedo demanda: certezas y datos
concretos: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el
agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo”.
“A los ocho días, estaban otra vez los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús,
estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: “Paz a vosotros”. Aunque la
mayoría había recibido el Espíritu Santo y la misión que Jesús les encomendaba, las
puertas seguían cerradas. Necesitaban tiempo.
Tomás escuchó el saludo más lo que iba dirigido en exclusiva a él: el dato, la
certeza y el resultado. Que no es a lo que Jesús da primacía sino a lo
contrario: “Bienaventurados los que crean sin haber visto”.
Sí, dichosos y bienaventurados los que crean sin haber visto porque a través del
perdón, la justicia, la acogida, la reconciliación la solidaridad… mantendrán
abonada y bien regada la Paz que nos traes cada Pascua.
Vayamos por ahí cada día a repartirla gratis.
Mari Paz López Santos
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